Aquellos que dejan albergar el odio en sus corazones, terminan siendo siempre más tristes y llenos de rencor, que la misma causa que ha generado el odio. A veces somos víctimas de personas o cosas que nos han hecho daño y nuestros sentimientos se ven revueltos entre la venganza, el odio y las ganas de que suceda lo peor para quien nos ha causado el mal. Pero en esa ansia por conseguir esto, no nos damos cuenta que empezamos a dedicar más tiempo a alimentar el odio que ha sanar nuestras heridas.
El odio nos lleva por senderos oscuros y deja huellas que otros usaran contra ti, y sin darnos cuenta terminamos más solos y con mas cicatrices sin sanar que las iniciales.
El odio es una excusa, el odio nos hace pequeños y vulnerables. El odio no te deja ver las cosas realmente importantes en tu vida y te absorbe los buenos sentimientos, te enfría el alma y te endurece el afecto. El odio enferma el espíritu y eso se refleja en tus ojos y en tus palabras. Cuídate de no alimentar el odio en ti.
Por eso siempre será de valientes pedir perdón y seguir adelante sin mirar atrás. Y si te queda muy difícil perdonar entonces aléjate, pero no dejes que el odio entre en tu ser. ©LU 2012
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